martes, 6 de julio de 2010

Oclocracia

Lo primero que uno piensa cuando se observa el latrocinio legalizado en el que se ha convertido el Estado es que el sistema democrático propicia esto. En cierto modo, así es. Si tú robas a unos pocos para repartirlo entre muchos [votantes] lo que consigues es votos y, de paso, al manejar el oro en polvo, parte se te queda entre las uñas. El dinero que roban es lo de menos desde el punto de vista cuantitativo. Lo principal es el que malgastan. Pero aún así un estado con contribuciones injustamente asimétricas lo puede soportar. Pero lo que ya se hace insoportable es que, como siempre necesitan o más votos o más apoyos parlamentarios (con el fin de tener una mayoría estable para formar gobierno), al final necesitan más dinero que el robado y el malgastado. Hay que seguir comprando votos y voluntades: Plan de Empleo Rural, promoción antinatural de lenguajes, operaciones de cambio de sexo, etc.

Surge el déficit público, y éste lleva a la deuda. Esto es lo que Aristóteles llamaba el gobierno de las muchedumbres u oclocracia, una de las tres formas en las que el gobierno legítimo puede degenerar.



Entonces, ¿estamos condenados a generar oclocracias siempre que intentemos una democracia? No necesariamente. La función de una constitución es proteger al pueblo de sus políticos... y del propio pueblo. Si votáramos en referendum matar a los mayores de 80 años ¿podría existir una ley que lo autorizara? Una auténtica constitución debería decir lo que los políticos no deben y no pueden hacer. Una auténtica constitución debería prohibir que se genere déficit. Una auténtica constitución debería prohibir que se genere deuda. Una auténtica constitución debería prohibir los impuestos progresivos.

¿Los así llamados "progresistas" se llaman así porque viven de los impuestos progresivos? En tu comunidad de vecinos ¿pagan más los que más ganan? Esto es el principio para dejar de producir. Si tú cobras menos impuestos a los que menos ganan no estás incentivando la producción. Si, además, les das viviendas baratas, becas y subvenciones, desde luego ya tienes todos los ingredientes para una baja productividad, que por cierto, España tiene una bajísima productividad. Y no es por que los españoles trabajemos poco. Es porque el Estado consume demasiado, precisamente en todos estos "menesteres".

El estado debería, sí, proteger a los más débiles, pero sólo a ellos. Nadie debe pasar hambre ni frío pero nadie debe vivir a costa de los demás. A los más desprotegidos el estado debe darles techo y comida pero no pagarles una casa ni darles dinero para comprar la comida. Debería ser, entre otras cosas una solución temporal hasta que la persona en cuestión encuentre su camino. Para todos los demás se hace necesaria la misma contribución igualitaria al sostenimiento del estado. Evidentemente, para que todos puedan pagarla hay que establecer un ingreso mínimo. El resto deben estar exentos (y sin derecho a voto). Para que esto sea justo, la cantidad máxima para estar exento ha de ser, necesariamente baja. Es de prever, pues, que los ingresos del estado sean muchísimo más bajos que en la actualidad.

Es una "pena" pero el estado ha de renunciar a su fabuloso gasto. Quizás debiera, sin embargo, concentrarse más en darnos Justicia y Defensa. Justicia y Defensa es lo único que no podemos darnos a nosotros mismos. Podemos darnos educación, sanidad o carreteras pero no podemos tener jueces policías o soldados privados.

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